El ayuno intermitente puede tener consecuencias no deseadas

El potencial del ayuno intermitente como intervención ha suscitado muchas investigaciones recientes. En nuevos estudios se ha examinado su posible papel en la enfermedad hepática por hígado graso no alcohólico (EHGNA), la diabetes de tipo 2 y la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
Sin embargo, algunos hallazgos indican que esta práctica cada vez más difundida también puede tener un aspecto negativo peligroso. En lo que respecta al ayuno intermitente y la enfermedad hepática por hígado graso no alcohólico, las noticias parecen ser bastante positivas.
En un estudio, 80 pacientes adultos con enfermedad hepática por hígado graso no alcohólico fueron aleatorizados durante 3 meses de seguimiento a una de las siguientes cuatro estrategias de estilo de vida: ayuno en días alternos, ejercicio aeróbico, ambas o ninguna.
El criterio de valoración principal fue el cambio en el contenido de triglicéridos intrahepáticos con respecto al valor inicial. Estos se redujeron significativamente más en el grupo asignado a la intervención combinada que en el grupo que sólo hizo ejercicio o en el grupo de control. También fue mayor que en el grupo que sólo ayunó, aunque el resultado no fue significativo.
Otro estudio realizado en China ha mostrado que el ayuno iintermitente puede inducir la remisión de la enfermedad en pacientes con diabetes, se observó que 47% de los 36 pacientes del grupo asignado al ayuno alcanzaron la remisión (hemoglobina glucosilada media: 5,66%) tras 3 meses de intervención más 3 meses de seguimiento, frente a solo 2,8% de los 36 pacientes del grupo de control.
El ayuno intermitente también puede reducir el tiempo de exposición al ácido y mejorar los síntomas de las personas con enfermedad por reflujo gastroesofágico. En un pequeño estudio realizado en Estados Unidos, 25 participantes con presuntos síntomas de enfermedad por reflujo gastroesofágico se sometieron a una monitorización del pH durante 96 horas.
Se les pidió que siguieran su dieta normal durante las primeras 48 horas, seguidas de un ayuno de 16 horas y, a continuación, un intervalo de alimentación de 8 horas. Solo 36% de los participantes cumplió en su totalidad la intervención; 84% lo cumplió parcialmente y siguió el tratamiento durante al menos 1 de los 2 días de ayuno.
Los investigadores concluyeron que el cumplimiento de la intervención redujo 0,64% el tiempo medio de exposición al ácido. La intervención también se asoció a una reducción de las puntuaciones de los síntomas de enfermedad por reflujo gastroesofágico.
Por muy positivos que sean estos resultados, la práctica del ayuno intermitente puede tener consecuencias no deseadas. Nuevos hallazgos procedentes de Canadá indican que este cambio en la dieta puede estar relacionado con trastornos alimentarios, como comer en exceso, atracones, vómitos, uso de laxantes y ejercicio compulsivo.
Desde la posibilidad de ayudar a pacientes con enfermedad por hígado graso no alcohólico, diabetes de tipo 2 y enfermedad por reflujo gastroesofágico hasta la necesidad de más investigaciones sobre las implicaciones a largo plazo de esta práctica dietética, son puntos a tener en cuenta para la práctica del ayuno intermitente.
Seamos cuidadosos, los resultados de las investigaciones parecen no ser concluyentes.
Fuente: Ayuno intermitente - Medscape - 3 de marzo de 2023
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