¿Qué es la digestión y cómo se produce en nuestro cuerpo?

¿Qué es la digestión y cómo se produce en nuestro cuerpo?

A pesar de que todos comemos, en mayor o menor cantidad, y hemos experimentado alguna que otra vez algún tipo de trastorno digestivo, estoy segura de que pocas personas se han dedicado a pensar qué es la digestión y cómo se produce. Yo he estudiado ese proceso porque soy gastroenteróloga, y esa es una de las áreas fundamentales de mi especialidad. Te darás cuenta, al leer este artículo, que resulta útil tener una información mínima sobre el tema, ello te permitirá cuidar mejor tu salud digestiva.

La digestión es un proceso complejo que se inicia en la boca cuando ingerimos alimentos y bebidas. Estos pasan al tracto digestivo donde se producen múltiples reacciones enzimáticas por la acción de secreciones acido-pépticas, biliares y pancreáticas. Por los efectos de estas secreciones los alimentos se trasforman en las partes más elementales y aprovechables de los nutrientes, así pueden absorberse por el tracto digestivo. 

Una vez los micronutrientes pasan la barrera intestinal son transportados por el torrente sanguíneo, hasta llegar al hígado donde son metabolizados. Posteriormente pasan a la sangre, vía por la cual llegan al resto de las células del organismo. En las células se utilizan para obtener energía, ayudar a combatir enfermedades e infecciones, y contribuir al crecimiento y a la reparación de tejidos aportando agua, electrolitos y nutrientes. 

¿Cómo es el proceso que sigue la comida desde que la ingerimos?

El sistema digestivo es un conjunto de órganos que puede tener unos 11 metros de longitud aproximada y alcanzar una superficie de 250 metros cuadrados. ¿Qué te parece? Está claro que la naturaleza ha dotado bien al aparato digestivo para realizar sus funciones.

En el proceso de digestión participan múltiples órganos: orofaringe, esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso y los anexos como glándulas salivares, hígado y páncreas. 


Como ya expliqué el proceso de digestión empieza  en la boca, la masticación de alimentos posibilita que estos se mezclen con las secreciones de las glándulas salivares. Continúa con el movimiento de deglución en el que se moviliza la orofaringe y empuja el alimento por el esófago hacia el estómago. Popularmente se dice “tragar”.


El estómago es un reservorio que puede albergar 2 litros de contenido alimenticio y cuyas funciones son mezclar el alimento con las secreciones ácido-pépticas mediante la producción de ácido, pepsina, muchas enzimas y cofactores que participan en la degradación y absorción de nutrientes. Además, controla el tránsito del contenido alimenticio hacia el intestino delgado.   

Al intestino delgado llegan las secreciones procedentes del hígado la bilis, y las secreciones procedentes del páncreas. Es en este tramo del intestino donde se produce la absorción de la mayor parte de los nutrientes.


En el aparato digestivo se transforman los alimentos en agua y principios inmediatos (hidratos de carbono, lípidos y proteínas). Posteriormente, en moléculas más pequeñas o nutrientes (aminoácidos, ácidos grasos, glicerol, glucosa, vitaminas y minerales), gracias a la acción de las distintas enzimas digestivas.


Después de atravesar estos más de 8 metros de tubo digestivo los nutrientes llegan al intestino grueso o colon que tiene 1 metro aproximadamente y es el órgano que aloja la mayor parte de la microbiota intestinal.

Al colon llegan unos 2 litros de contenido intestinal. Finalmente, los productos de desecho que no son aprovechados por el organismo serán expulsados por las deposiciones.

¿Qué factores suelen entorpecer la digestión? 

Entre las causas más frecuentes de malas digestiones destacan el consumo de tóxicos, uso prolongado de algunos fármacos y los malos hábitos nutricionales. Entre estos malos hábitos se encuentran: comer rápidamente, consumir excesivamente alimentos procesados y azucarados, las bebidas con gas y edulcorantes, y las comidas muy copiosas y grasas. También se ha relacionado con alteraciones psicosomáticas, la hipersensibilidad visceral, alteraciones de la barrera intestinal, el estrés, los horarios irregulares de las comidas, la toma de algunos medicamentos y el consumo de tóxicos como el tabaco y el alcohol.


En cuanto a enfermedades que se relacionan con las malas digestiones están la dispepsia funcional, la infección por Helicobacter Pylori, las gastritis, el reflujo gastroesofágico, la úlcera péptica, las intolerancias alimentarias, la enfermedad celiaca, la diabetes, la obesidad y la toma de muchos medicamentos de forma crónica.

¿Cuándo nos empachamos, qué sucede?

El empacho es uno de los trastornos digestivos más frecuente. Se caracteriza por una sensación de dolor o molestia en la parte alta del abdomen, distensión abdominal, gas y sensación de “plastrón intestinal” que puede durar unas 2-4 horas tras las comidas.

En la mayoría de los casos “los empachos” se relacionan con la cantidad, la calidad de la comida, la toma de medicación o por enfermedades previas que producen un aumento o disminución de la secreción ácido-péptica. También puede asociarse a un retraso en el vaciamiento gástrico que dificulta los procesos de digestión y da lugar a la aparición de síntomas digestivos. 

¿Hay formas de mejorar la digestión?

Lo primero que hay que hacer es revisar y si es necesario modificar, nuestros hábitos alimenticios y estilo de vida. La alimentación y técnicas de elaboración de las comidas tienen mucha importancia, y se debe ajustar la dieta según los síntomas.


De forma general, debemos evitar los alimentos que aumenten la secreción excesiva de ácidos del estómago o sean irritantes de la mucosa, como comidas con alto contenido en grasas, muy condimentadas, fritos y alimentos procesados y de alto contenido en azucares

También debe disminuirse el consumo de alimentos flatulentos y las bebidas con gas. Igualmente es recomendable comer despacio, masticar bien y sin hablar de forma excesiva, evitar el consumo de chicle o caramelos, son algunas medidas que pueden ayudarnos.


Insisto en algunas recomendaciones, son las siguientes:

  • No realizar comidas muy copiosas.
  • Utilizar técnicas culinarias que menos grasa aportan a los alimentos: al agua (cocido, hervido o al vapor), a la plancha y al horno.
  • Utilizar moderadamente las comidas fritas, rebozadas, empanadas, guisos y estofados (desgrasar en frío, mejora la conservación y su calidad nutricional).
  • Realizar una actividad física moderada.
  • Respetar el horario de las comidas.
  • Comer sin prisas y sin estrés.
  • Masticar bien todos los alimentos.
  • No hablar de forma acalorada durante las comidas.

El ser humano dispone de un sistema homeostático para regular la ingesta alimentaria y el gasto energético, manteniendo un peso corporal más o menos constante a pesar de las fluctuaciones diarias y de los excesos alimentarios. Los fallos en este sistema homeostático (es decir, de equilibrio) conducen a patologías como el sobrepeso o la obesidad. Por cierto, de la obesidad pronto se comentará aquí en Medislove, uno de los colegas de nuestro equipo ya tiene ese tema en sus manos.

Por el momento me despido, le hago la más cordial invitación para que cuide su digestión y su salud digestiva de manera general. Las orientaciones y sugerencias que les he compartido le pueden ayudar en ese propósito.