El ajo es mucho más que un condimento

Descripción general
El ajo (Allium sativum L.) es una especie que pertenece a la familia Liliaceae (comprende alrededor de 600 especies), originaria de Asia central. Desde tiempos inmemoriales se utilizan los bulbos, tanto para su uso culinario como por sus propiedades terapéuticas.
El ajo es mucho más que un condimento, pues aleja la mala salud al tener propiedades nutritivas y beneficios sorprendentes (los compuestos sulfúricos y sus múltiples fitonutrientes, le dieron esta fama). Hipócrates, padre de la medicina moderna, lo utilizaba para tratar distintas enfermedades.
Actualmente, de acuerdo con numerosos ensayos clínicos, se puede considerar que el ajo puede ser un fármaco eficaz en la prevención y tratamiento de la aterosclerosis debido a su efecto positivo en la normalización de los valores de lípidos (grasa en sangre), la reducción moderada de la presión arterial y su actividad fibrinolítica (desintegración de coágulos) y antiagregante plaquetaria (impiden la formación de trombos). También se le atribuyen otros beneficios y propiedades medicinales que aunque no todos están científicamente probados por falta de estudios si gozan de buen prestigio a lo largo del tiempo. Su uso fue bien documentado por todas las grandes civilizaciones, entre las que se incluyen los egipcios, los babilonios, los griegos, los romanos y los chinos.
¿Qué características tiene y cuál es su valor nutritivo?
La “cabeza” entera recibe el nombre de bulbo de ajo, mientras que a cada segmento se le llama diente. Aproximadamente, hay (10-20) dientes en un solo bulbo de ajo.
La mayoría de los efectos que aporta a la salud se deben a uno de los compuestos de azufre que se forma cuando se pica, machaca o se mastica un diente de ajo. Este compuesto es conocido como alicina que entra en el cuerpo a través del aparato digestivo y viaja por todo el cuerpo, donde emplea sus potentes efectos biológicos y es el responsable del distintivo olor del ajo. La alicina, no está en el ajo, sino que sólo se libera cuando la aliína, un aminoácido azufrado que si está presente en él, entra en contacto con el oxígeno. Posee un alto valor nutritivo, pero contiene muy pocas calorías.
Una porción de ajo de una onza (28 gramos) contiene:
- Manganeso: 23 % de la Cantidad Diaria Recomendada (CDR).
- Vitamina B6: 17% de la CDR.
- Vitamina C: 15% de la CDR.
- Selenio: 6% de la CDR.
- Fibra: 1 gramo.
- Cantidades razonables de: calcio, cobre, potasio, fósforo, hierro y vitamina B1.
- Pequeñas cantidades de otros nutrientes: 42 calorías, 1,8 gramos de proteína y 9 gramos de hidratos de carbono.
¿Cuáles son las propiedades y los beneficios que aporta a la salud?
En los últimos años se han realizado numerosos estudios, tanto in vitro (experimento en un tubo de ensayo) como in vivo (en animales), sobre la química y las propiedades farmacológicas del ajo. De esta manera, actualmente están documentadas algunas de sus propiedades, entre las que destacan su acción antioxidante, hipolipemiante, antiaterogénica, antitrombótica, hipotensora, antimicrobiana, antifúngica, anticarcinogénica, antitumorogénica e inmunomoduladora. Todas estas propiedades farmacológicas se atribuyen principalmente a sus componentes azufrados.
- Mejora la circulación de la sangre.
El ajo es rico en vitamina B, un compuesto esencial que reduce los niveles de homocisteína. Esta sustancia es la responsable de endurecer los vasos sanguíneos y de traernos múltiples problemas como trombosis o enfermedades de las arterias coronarias.
- Reduce los niveles de colesterol.
El ajo contiene alicina, una sustancia que cuida de nuestro sistema cardiovascular. Tanto es así que consumir cada día un diente ajo natural puede reducir el colesterol malo en un 9%, así lo asegura la Fundación Española del Corazón.
- Actividad antihipertensiva.
Se han publicado diversos ensayos clínicos que demuestran el efecto hipotensor del ajo. Las reducciones en la presión arterial son moderadas. Este efecto antihipertensivo probablemente se debe a su efecto vasodilatador.
- Bueno para el hígado, desintoxicante y antiparasitario.
El ajo es sobre todo un excelente desintoxicante para nuestro organismo. Nos ayuda a depurar toxinas, a eliminar parásitos y a liberar del cuerpo metales pesados como el mercurio o restos de medicamentos que el hígado no puede procesar. El ajo es rico en vitaminas A, B y C, muy adecuadas para estimular las funciones hepáticas. Otra de sus virtudes es la de desinflamar, de ahí que sea muy saludable consumir un ajo diario en caso de tener el hígado graso.
- Bueno para resfriados y afecciones pulmonares como la Bronquitis y el asma bronquial.
Si cada vez que coges un resfriado acabas con mucha mucosidad el ajo te viene muy bien porque descongestiona y es un buen antibiótico natural para tratar problemas pulmonares. Si sufres de sinusitis o estás pasando una época con mucha tos, puedes prepararte algún jarabe a base de ajo.
En investigaciones se ha establecido que tiene alguna actividad contra la gripe. Un amplio estudio de 12 semanas reveló que los suplementos de ajo, en comparación con el placebo, reducían el número de resfriados en un 63%. La duración media de los síntomas del resfriado también disminuyó en un 70%, desde 5 días de duración con el placebo a solo 1 día y medio con el ajo. Si eres una persona propensa a los resfriados, añadir ajo a tu dieta puede ser increíblemente útil.
- Efectos antibacterianos y antifúngicos.
Se ha demostrado, in vitro, que la alicina es activa contra bacterias grampositivas y gramnegativas, aunque en esta acción parece que también contribuyen los ajoenos y el trisulfuro de dialilo. El ajo es, además, antifúngico, ya que ha demostrado su actividad frente a la Candida Albicans y otros hongos, con una eficacia similar al Clotrimazol en la eliminación de los síntomas clínicos de la Candidiasis Oral.
- Cuida nuestro aparato digestivo.
Estimula los ácidos gástricos y los alimentos se digieren y absorben adecuadamente.
- Actividad anticarcinogénica y antitumorogénica.
Estudios epidemiológicos y ensayos realizados en animales han demostrado que el consumo de ajo ejerce un efecto protector que reduce la incidencia de determinados tipos de cánceres, como el gástrico, colorrectal, de mama, cervical, etc. El efecto anticancerogénico parece deberse a diversos mecanismos, como ser captador de radicales libres, mecanismos de reparación de ADN, prevención del daño cromosómico, etc.
- Actividad inmunomoduladora.
Estudios in vitro e in vivo han demostrado que el ajo tiene varios efectos que aumentan la inmunidad, como la estimulación de algunas células de defensa (linfocitos y la fagocitosis de macrófagos) así como la estimulación de la liberación del interferón gamma. También se ha demostrado que el ajo y sus componentes aumentan la actividad de las células asesinas naturales.
- Actividad antioxidante.
En numerosas investigaciones realizadas in vitro e in vivo se ha demostrado que el ajo fresco y muchos de sus preparados poseen efecto antioxidante. Se ha visto que son eficaces para inhibir la formación de radicales libres, refuerzan el mecanismo de captación de radicales endógenos, aumentan las enzimas antioxidantes celulares, protegen las lipoproteínas de baja densidad de la oxidación por los radicales libres. Parece ser que aunque prácticamente todos los componentes del ajo poseen actividad antioxidante, los componentes con mayor capacidad podrían ser S-alil-cisteína y alicina, y también se sugiere que el efecto antioxidante es dependiente de la dosis y el tiempo. Las propiedades antioxidantes del ajo y sus componentes son de gran interés en relación con sus efectos antiaterogénico, antihepatotóxico y anticancerígeno.
- Diurético.
Por ser rico en fructuosa (75%) y la alicina principalmente. Útil en afecciones genitourinarias como cistitis, uretritis, piel o nefritis.
¿Su empleo tiene alguna reacción no deseada?
Se considera que el ajo carece de toxicidad. Sin embargo, el consumo de ajo puede producir efectos adversos, aunque los más frecuentes no son graves, ya que no conllevan riesgos para la salud, puesto que están relacionados con el desarrollo de mal aliento o mal olor corporal. El consumo de ajo también puede producir, en algunos casos menos frecuentes y cuando el ajo se consume en dosis elevadas o en personas especialmente sensibles, dolor abdominal, sensación de saciedad, náuseas y flatulencia. También, mucho más raramente, podría producir alteración en la coagulación.
Por otro lado, el poder alergénico del ajo está bien reconocido, ya que se han identificado alérgenos como el disulfuro de dialilo, el sulfuro de alilpropilo y la alicina (este último puede ser irritante). Se ha descrito la aparición de reacciones alérgicas tanto por la ingestión como por contacto; la más frecuente es la aparición de dermatitis por contacto. El ajo fresco es muy irritante, especialmente en condiciones oclusivas, de manera que el contacto con la piel por un período superior a las 6-18 h se ha manifestado en ocasiones con quemaduras y necrosis cutánea.
¿Puedo consumirlo si estoy consumiendo otros medicamentos?
Se sabe que comer ajos crudos no tiene contraindicaciones importantes en dosis normales, excepto para personas a quienes produce irritación de estómago o alergia.
El ajo puede intensificar los efectos de los anticoagulantes, como la heparina o warfarina, y de los antiagregantes plaquetarios, lo que favorece la aparición de hemorragias. También diversos informes han sugerido que los complementos dietéticos y preparados fitoterapéuticos de ajo pueden aumentar el riesgo de hemorragia en pacientes durante la cirugía, por lo que resulta prudente dejar de tomarlo unos 10 días antes de una intervención quirúrgica y en el postoperatorio. Tener precaución en hemorragias activas y en caso de trombocitopenia (plaquetas bajas).
También se ha detectado interacción con saquinavir y posiblemente con otros inhibidores de proteasa, lo que puede disminuir los valores de saquinavir en sangre y, por consiguiente, reducir su efectividad. Es importante tener este efecto en cuenta, ya que enfermos de SIDA ingieren, junto a los retrovirales, preparados de ajo para disminuir el colesterol, que normalmente aumenta como efecto secundario a esta medicación.
Debe usarse con precaución en pacientes con hipertiroidismo.
Tener mucho cuidado en aquellos que sufren de úlcera duodenal.
En cuanto al embarazo y lactancia, al ajo se le atribuye actuar como abortivo y de afectar al ciclo menstrual, y también se ha descrito que presenta actividad uterínica. Además, algunos estudios han demostrado que el consumo de ajo por parte de las madres lactantes altera el olor de su leche y la conducta de los lactantes. Esto puede deberse a que los sulfóxidos se excretan en cantidades significativas con la leche materna, lo que le confiere un sabor desagradable que puede afectar al niño.
Ante esto y por la falta de informes experimentales o clínicos acerca de los efectos adversos durante el embarazo o la lactancia, en estos casos no deben ingerirse dosis de ajo que excedan a las cantidades que se utilizan en las comidas.
Siempre se recomienda consultar su uso con algún profesional capacitado.
¿Para qué enfermedades o dolencias puedo utilizarlo y que dosis se puede emplear?
El ajo tiene propiedades diaforéticas, expectorantes, antiespasmódicas, antisépticas, antimicrobianas, hipotensivas y antihelmínticas y es un promotor de la leucocitosis. Tradicionalmente se ha utilizado en el tratamiento de bronquitis crónica, catarros, asma bronquial y gripe. También se ha utilizado para tratar la aerofagia, dispepsias, espasmos abdominales y amenorrea. Tópicamente (aplicado uso externo) se ha utilizado para el tratamiento de callos, verrugas, otitis, artritis, artralgias, neuralgias o ciática. Sin embargo, el uso actual del ajo y de sus preparados se centra en su acción antihipertensiva, antiaterogénica, antitrombótica, antimicrobiana, fibrinolítica, preventiva del cáncer e hipolipemiante. La Comisión Alemana indica su empleo en hiperlipidemias, arteriosclerosis, hipertensión arterial y en la prevención de problemas vasculares relacionados con la edad.
En cuanto a las dosis recomendadas, a pesar de que la dosis eficaz todavía no ha sido bien determinada, en general se recomienda para un adulto una dosis de unos 4 g al día de ajo o 300 mg de ajo pulverizado encapsulado (valorado en 1,3% de aliína o 0,6% de alicina) dos o tres veces al día o 7,2 g de extracto de ajo envejecido al día.
No se trata de comerse una cabeza de ajo cada día. La clave está en el equilibrio. Si nos acostumbramos a tomar el ajo como un medicamento cada mañana, en pocos días notaremos sus beneficios.
Comer ajo en ayunas tiene los mismos efectos que hacerlo a cualquier hora del día, pero no sirve de mucho si se traga entero. Lo correcto es machacarlo o, mejor aún, cortarlo en finas láminas y, si se quiere suavizar un poco el sabor, mezclado con aceite de oliva, de lino, nuez o coco. Tiene también otras sustancias, muchas de las cuales actúan en simbiosis (beneficio mutuo) con esta.
Conclusiones
Resumiendo podemos decir que el ajo es una opción natural que sin lugar a dudas nos aporta beneficios increíbles. De una manera simple y agradable nos puede ayudar a controlar, aliviar y evitar muchas de las dolencias y malestares cotidianos que nos restan calidad de vida. Todo esto puede sonar a remedio de la abuela, pero desde la Fundación Española del Corazón (FEC) se recomienda incluir ajo en la dieta no solo para reducir el colesterol malo y proteger nuestro corazón, sino como remedio depurativo, antiséptico y antibacteriano. Pero recuerda siempre, que aunque sea un producto natural se debe consultar su uso para la orientación sobre la alternativa más recomendada.
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